sábado, 4 de agosto de 2012


¿Por ejemplo? Pues, por ejemplo, lo que significa ser un hombre. En una ciudad. En un siglo. En transición. En una masa. Transformado por la ciencia. Bajo un poder organizado. Sometido a controles tremendos. En el estado resultante de la mecanización. Después del último fracaso de las esperanzas radicales. En una sociedad que no era una comunidad y devaluaba a la persona. Debido al poder multiplicado de números que volvían desdeñable al individuo. Que destinaba miles de millones a gastos militares contra un enemigo extranjero pero no pagaba por mantener el orden nacional. Que permitía el salvajismo y la barbarie en sus grandes ciudades. Al mismo tiempo, la presión de millones de seres humanos que han descubierto lo que pueden hacer los esfuerzos y los pensamientos coordinados. De igual manera que megatones de agua moldean organismos en el lecho oceánico. Que las mareas pulen las piedras. Que los vientos horadan acantilados.

La hermosa supermaquinaria que abre una nueva vida a la innumerable humanidad. ¿Les negarás el derecho a existir? ¿Les pedirás que trabajen y sufran hambre cuando tú disfrutaste de valores anticuados? Tú..., tú mismo eres hijo de esta masa y hermano de todo lo demás. De lo contrario eres un ingrato, un diletante, un idiota. Ahí, Herzog, pensó Herzog, puesto que has pedido un ejemplo, ahí lo tienes.

SAÚL BELLOW, Herzog, 1964

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