¿Por ejemplo? Pues, por ejemplo, lo que significa ser un hombre. En
una ciudad. En un siglo. En transición. En una masa. Transformado por la
ciencia. Bajo un poder organizado. Sometido a controles tremendos. En el estado
resultante de la mecanización. Después del último fracaso de las esperanzas
radicales. En una sociedad que no era una comunidad y devaluaba a la persona.
Debido al poder multiplicado de números que volvían desdeñable al individuo.
Que destinaba miles de millones a gastos militares contra un enemigo extranjero
pero no pagaba por mantener el orden nacional. Que permitía el salvajismo y la
barbarie en sus grandes ciudades. Al mismo tiempo, la presión de millones de
seres humanos que han descubierto lo que pueden hacer los esfuerzos y los
pensamientos coordinados. De igual manera que megatones de agua moldean
organismos en el lecho oceánico. Que las mareas pulen las piedras. Que los
vientos horadan acantilados.
La hermosa supermaquinaria que abre una nueva vida a la innumerable
humanidad. ¿Les negarás el derecho a existir? ¿Les pedirás que trabajen y
sufran hambre cuando tú disfrutaste de valores anticuados? Tú..., tú mismo eres
hijo de esta masa y hermano de todo lo demás. De lo contrario eres un ingrato,
un diletante, un idiota. Ahí, Herzog, pensó Herzog, puesto que has pedido un
ejemplo, ahí lo tienes.
SAÚL
BELLOW, Herzog, 1964
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